Disciplina en la labor educativa:
La disciplina, en términos
generales, provoca el ajuste de la conducta a una ley, uso o costumbre. En el
campo de la educación conduce a la formación de hábitos de asistencia,
puntualidad, estudio, trabajo, aseo, respeto, independencia y cooperación.
En la escuela es donde comienza
con verdadero sentido la disciplina; porque el círculo familiar, movido y
limitado por resortes afectivos, carece de poder para crear e imponer normas
que se ajusten a hechos experimentales o a razones válidas.
La escuela es el clima de la
disciplina, como también es el ámbito para la iniciativa personal.
La disciplina constituye el eje
fundamental de la vida y uno de los pilares de la organización educativa:
orienta y organiza la acción conjunta, la conducta individual de cada educando
y la de los grupos escolares.
La disciplina es uno de los
elementos capitales del problema educativo por sus efectos morales y sociales.
La disciplina es el principio de
orden en la acción y presupone la libertad de iniciativa y movimientos.
Educación y disciplina autónoma:
La mejor educación es la que
acostumbra a cada uno a encontrar sus propias normas. Conviene una educación de
la disciplina autónoma, que no excluya las normas, las reglas ni el principio de
autoridad. Su esencia está en el modo de actuar.
Desde el punto de vista
disciplinario, el centro educativo no debe reflejar las características de un
cuartel, ni la cárcel donde se les impida moverse, en cuyo seno los
instrumentos disciplinarios sólo alcanzan a castigar con maldad, pero no
despiertan virtudes.
Disciplina educadora:
La disciplina educadora ejercita,
adiestra, forma de acuerdo con determinados principios o valores. Su resultado
no se alcanza mediante acumulación de saber, sino por el ejercicio reiterado
del pensamiento y de la acción.
La disciplina en su verdadero
alcance, es un aporte del proceso de la socialización y la moralización del
hombre. Ella y la enseñanza, como se ha dicho, integran la totalidad del
proceso educativo.
Disciplina Preventiva y Disciplina Represiva:
En términos generales hay dos
modos de concebir o realizar la disciplina: uno educativo y el otro no. Tales
son la disciplina preventiva y la disciplina represiva. La disciplina
preventiva no se somete por la coacción, sino que trata de impedir las faltas
dando a conocer previamente sus consecuencias. La disciplina represiva somete la voluntad y la
oprime, pero no contribuye a educar. Impide el desorden y lo castiga, pero
difícilmente mejora a los alumnos.
El ejemplo del docente en la disciplina:
La disciplina es el entrenamiento
de las facultades mentales, morales y físicas por medio del conocimiento, el
control y la ejercitación. Existen seis cualidades que todos los maestros
debemos tener siempre presentes, las cuales son: Confiabilidad; Honradez;
Puntualidad; Sensibilidad; Autocontrol e Imparcialidad.
Una de las principales
oportunidades con que contamos para ayudar a los alumnos a desarrollar la
autodisciplina y una conducta adecuada
radica en nuestras conversaciones a solas con ellos.
Orientaciones para una disciplina:
Las técnicas específicas que con
frecuencia ayudan a mantener un buen orden en el salón de clase, sin rigideces,
y donde haya libertad para hacer las cosas, son las siguientes: a) Se debe ser firme,
pero razonable; b) No se debe combatir el fuego con el fuego; c) Se debe ser
justo con los elogios, pero no exagerar; d) No se dé por enterado de ciertas
actitudes; e) Retener en el aula; f) Varíe la actividad dentro del aula; g) No
soborne; h) Trate las mentiras y los robos como problemas individuales.
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